Desde mi anterior encarnación como Napoleón, mi mayor anhelo había sido obtener un MBA de la U Latina. (De hecho, como en esa época aún no existía tan magno centro de enseñanaza, desaté mi frustración dedicándome a irrelevantes hobbies como conquistar Europa, saquear la cultura egipcia e infructuosamente tratar de preñar a Josefina, pero eso, pequeño Adam, es otra historia).
Lo importante es que por fin Napo --ahora Charlie-- ha dado su 1er paso para adquirir el conocimiento necesario para finalmente lograr conquistar el mundo, digo, ser un mejor ciudadano planetario. Sí, hoy fue mi 1era clase del MBA: Entorno Humano de las Organizaciones. Si bien el tema me sonaba a priori carente de mayor sustancia, rápidamente cambie de opinión.
Iniciamos con una heterodoxa actividad: la profesora (quien luego derrumbaría paradigmas nomenclaturales respecto a este título jerárquico), nos colocó post-its numerados en la espalda, de manera que usando lenguaje no verbal (semiótica) nos comunicaramos para agruparnos con base en los números asignados. Ignoro cómo, pero lo logramos. Luego vino la actividad de presentarnos. Secuencialmente debíamos ir diciendo los números del 1 hasta infinito, con la particularidad de que a quien le tocara 7 ó sus múltilpos debía decir "Hola". Quien se equivocase debía presentarse. La mecánica continuaba hasta que todos nos hubiesemos presentado púbicamente (perdón, públicamente).
Curiosamente, si bien las multiplicaciones mentales son una fortaleza personal (pues de niño gasté la plata para la calculadora en postales del álbum de Los Pitufos, obligándome desde los albores de la infancia a realizar mentalmente las operaciones aritméticas), fui de los primeros en fallar. Ahora entiendo que probablemente haya sido un freudian slip, mas indagar al respecto puede generar consecuencias que afecten el space-time continuum y lleven al colapso del Universo, por lo que mejor lo dejo ahí.
Luego vino la parte interesante, la revelación del mítico concepto de andragogía, palabra que generó un silencio total en la concurrencia estudiantil al ser pronunciada (ignoro si por indignación ante su evidente connotación machista --andros=hombre, en griego-- o por la manera como, en cuestión de un simple instante, sirvió como aplastante recordatorio que todas las ínfulas de grandeza con la que llegábamos, toda la confianza originada de nuestra experiencia laboral y títulos universitarios, no valían nada: éramos nuevamente estudiantes, y, por ende, neófitos opacados por la imponente sombra del profesor de turno...
Pero, de repente, la noche se convirtió en luz, los zombis volvieron a sus tumbas, las momias a sus sarcófagos, los vampiros a sus ataúdes...pues, resulta que la andragogía --o arte de enseñar a los adultos-- cuenta con un enfoque metodológico centrado en el estudiante y sus conocimientos. Los paradigmas perversos de las clases magistrales impartidas por un todopoderoso profesor son obsoletos bajo el cobijo de las nouvelles tendencias andragógicas: Ahora el profesor es el facilitador, bajo un esquema simbiótico: él o ella también aprende de nosotros. Ya no somos un receptáculo pasivo de información, sino creadores de conocimiento. Nuestra educación es un proceso personal que se apoyará tanto en la guía del facilitador como en nuestras experiencias y conocimientos previos, así como los de nuestros compañeros. ¡Ya no somos another brick in the wall! Sobra decir que me maravilló esta reconceptualización de las artes educativas.
Así pues, convenimos con nuestra profesora, a quien en adelante llamaríamos Ros (o Rose), adoptar esta nueva modalidad pedagógica, dejando de lado las obsoletas etiquetas y jerarquías propias de nuestras previas etapas educativas. No pude evitar recordar para mis adentros la clásica frase bogariana "this is the beginning of a beautiful friendship," pues Ros demostró acoplarse al ideal de profesor (perdón, facilitador) idóneo que nunca había tenido y, habiendo siempre sido muy autónomo en mi aprendizaje, nunca supe que anhelaba.
Concluyendo la 1era sesión, analizamos el cronograma, metodología y evaluación del curso, resaltando la realización de un ejercicio llamado sí mismo (no confundir con cinismo), que es una herramienta sistemática que deberemos autoadministrarnos durante el transcurso de este mes para ir comprendiendo nuestros antecedentes familiares, incidentes críticos de nuestras vidas, evaluando nuestras habilidades y destrezas, determinando las brechas entre lo que somos y queremos ser, cómo nos percibimos y cómo nos ven los demás y, tras examinar cómo la confluencia de estos factores han llevado a convertirnos en quienes somos, llegar a verdaderamente conocernos a sí mismos (Know thyself, como mencionara el Oráculo en ese sublime film llamado The Matrix).
Este ejercicio es mas que una simple catarsis; su alcance es objetivamente (y si es necesario, descarnadamente y sin piedad) analizarnos en aras de entendernos verdademente, determinar dónde estamos en nuestro plan de vida y cuánto nos falta para alcanzar nuestras metas. Sólo así, honesta y concienzudamente, aplicándonos esta metodología podremos alcanzar la paz interna, mejorar en pos de acercarnos al ideal personal que anhelamos alcanzar y, subsidiariamente, estar emocionalmente preparados para administrar uan organización desprovistos de los perjuicios y formas de negación que usualmente inconscientemente sesgan las decisiones gerenciales.
Tengo altas expectativas de este ejercicio y pretendo afrontarlo sin temor y con toda honestidad. Estoy consciente que suena un tanto metafísico, mas concuerdo ideológicamente con la premisa básica: Para tomar decisiones informadas debemos liberarnos de las anclas del autoengaño y desconocimiento propio que nos sesgan emocionalmente y limitan nuestra capacidad de objetivamente analizar las variables pertinentes a un proceso decisorio.
Y así concluye la 1 era lección de la Maestría. Ahora sí ya puedo ir a hacer lo que hago todas las noches: intentar conquistar el mundo. Perdón, ver Sportscenter, quise decir. Condenados freudian slips!
Lo importante es que por fin Napo --ahora Charlie-- ha dado su 1er paso para adquirir el conocimiento necesario para finalmente lograr conquistar el mundo, digo, ser un mejor ciudadano planetario. Sí, hoy fue mi 1era clase del MBA: Entorno Humano de las Organizaciones. Si bien el tema me sonaba a priori carente de mayor sustancia, rápidamente cambie de opinión.
Iniciamos con una heterodoxa actividad: la profesora (quien luego derrumbaría paradigmas nomenclaturales respecto a este título jerárquico), nos colocó post-its numerados en la espalda, de manera que usando lenguaje no verbal (semiótica) nos comunicaramos para agruparnos con base en los números asignados. Ignoro cómo, pero lo logramos. Luego vino la actividad de presentarnos. Secuencialmente debíamos ir diciendo los números del 1 hasta infinito, con la particularidad de que a quien le tocara 7 ó sus múltilpos debía decir "Hola". Quien se equivocase debía presentarse. La mecánica continuaba hasta que todos nos hubiesemos presentado púbicamente (perdón, públicamente).
Curiosamente, si bien las multiplicaciones mentales son una fortaleza personal (pues de niño gasté la plata para la calculadora en postales del álbum de Los Pitufos, obligándome desde los albores de la infancia a realizar mentalmente las operaciones aritméticas), fui de los primeros en fallar. Ahora entiendo que probablemente haya sido un freudian slip, mas indagar al respecto puede generar consecuencias que afecten el space-time continuum y lleven al colapso del Universo, por lo que mejor lo dejo ahí.
Luego vino la parte interesante, la revelación del mítico concepto de andragogía, palabra que generó un silencio total en la concurrencia estudiantil al ser pronunciada (ignoro si por indignación ante su evidente connotación machista --andros=hombre, en griego-- o por la manera como, en cuestión de un simple instante, sirvió como aplastante recordatorio que todas las ínfulas de grandeza con la que llegábamos, toda la confianza originada de nuestra experiencia laboral y títulos universitarios, no valían nada: éramos nuevamente estudiantes, y, por ende, neófitos opacados por la imponente sombra del profesor de turno...
Pero, de repente, la noche se convirtió en luz, los zombis volvieron a sus tumbas, las momias a sus sarcófagos, los vampiros a sus ataúdes...pues, resulta que la andragogía --o arte de enseñar a los adultos-- cuenta con un enfoque metodológico centrado en el estudiante y sus conocimientos. Los paradigmas perversos de las clases magistrales impartidas por un todopoderoso profesor son obsoletos bajo el cobijo de las nouvelles tendencias andragógicas: Ahora el profesor es el facilitador, bajo un esquema simbiótico: él o ella también aprende de nosotros. Ya no somos un receptáculo pasivo de información, sino creadores de conocimiento. Nuestra educación es un proceso personal que se apoyará tanto en la guía del facilitador como en nuestras experiencias y conocimientos previos, así como los de nuestros compañeros. ¡Ya no somos another brick in the wall! Sobra decir que me maravilló esta reconceptualización de las artes educativas.
Así pues, convenimos con nuestra profesora, a quien en adelante llamaríamos Ros (o Rose), adoptar esta nueva modalidad pedagógica, dejando de lado las obsoletas etiquetas y jerarquías propias de nuestras previas etapas educativas. No pude evitar recordar para mis adentros la clásica frase bogariana "this is the beginning of a beautiful friendship," pues Ros demostró acoplarse al ideal de profesor (perdón, facilitador) idóneo que nunca había tenido y, habiendo siempre sido muy autónomo en mi aprendizaje, nunca supe que anhelaba.
Concluyendo la 1era sesión, analizamos el cronograma, metodología y evaluación del curso, resaltando la realización de un ejercicio llamado sí mismo (no confundir con cinismo), que es una herramienta sistemática que deberemos autoadministrarnos durante el transcurso de este mes para ir comprendiendo nuestros antecedentes familiares, incidentes críticos de nuestras vidas, evaluando nuestras habilidades y destrezas, determinando las brechas entre lo que somos y queremos ser, cómo nos percibimos y cómo nos ven los demás y, tras examinar cómo la confluencia de estos factores han llevado a convertirnos en quienes somos, llegar a verdaderamente conocernos a sí mismos (Know thyself, como mencionara el Oráculo en ese sublime film llamado The Matrix).
Este ejercicio es mas que una simple catarsis; su alcance es objetivamente (y si es necesario, descarnadamente y sin piedad) analizarnos en aras de entendernos verdademente, determinar dónde estamos en nuestro plan de vida y cuánto nos falta para alcanzar nuestras metas. Sólo así, honesta y concienzudamente, aplicándonos esta metodología podremos alcanzar la paz interna, mejorar en pos de acercarnos al ideal personal que anhelamos alcanzar y, subsidiariamente, estar emocionalmente preparados para administrar uan organización desprovistos de los perjuicios y formas de negación que usualmente inconscientemente sesgan las decisiones gerenciales.
Tengo altas expectativas de este ejercicio y pretendo afrontarlo sin temor y con toda honestidad. Estoy consciente que suena un tanto metafísico, mas concuerdo ideológicamente con la premisa básica: Para tomar decisiones informadas debemos liberarnos de las anclas del autoengaño y desconocimiento propio que nos sesgan emocionalmente y limitan nuestra capacidad de objetivamente analizar las variables pertinentes a un proceso decisorio.
Y así concluye la 1 era lección de la Maestría. Ahora sí ya puedo ir a hacer lo que hago todas las noches: intentar conquistar el mundo. Perdón, ver Sportscenter, quise decir. Condenados freudian slips!
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